Cuando Taeko se suicidó arrojándose delante del tren, tenía en la mano una nota en la que maldecía a alguien, pero las manchas de sangre no dejaban ver el nombre del objetivo de la maldición. Antes de suicidarse Taeko discutió con su hermana Hiroko porque Taeko tenía la música alta y no la dejaba estudiar. En el calor de la discusión Taeko confirma sus sospechas de que es adoptada y se marcha de casa para luego suicidarse. Hiroko teme que la maldición esté dirigida a ella y a su familia por ser la hija favorita y porque se solia meter con Taeko mientras crecían, así que decide investigar sobre si Taeko odiaba a alguien más que a ella para dirigirle su maldición, aunque la única que cumplía con esa condición, Keiko Yamada, se había mudado el año pasado.

El fantasma ensangrentado de Taeko empieza a aparecer cada día en la casa para atormentar a su familia, a pesar de los ruegos de ésta de que descanse en paz, pero este fantasma parece buscar insistentemente algo en el piso de arriba sin éxito.