Después de divorciarse, el señor Sonohara se ha mudado con su hijo Tomoki a un bloque de apartamentos. Cada semana se detiene delante del edificio el autobús de los helados, que vende helados a los niños y niñas del bloque y, a cambio de comprar un helado, el autobús les da una vuelta por la ciudad. La primera vez que vino el autobús de los helados Sonohara no le deja comer helado a su hijo porque aún es invierno y le va a sentar mal, pero la semana siguiente accede a dejarle comer helado y a subir al autobús como forma de que deje de decir que quiere irse con su madre.

Al regresar Tomoki a casa, está tan lleno que no le apetece comerse la cena, aún si le prometió a su padre hacerlo a cambio de dejarle subir al autobús. Tomoki le cuenta a su padre como en el autobús le dejaron comer una montaña de helado, lo que puede parecer demasiado generoso por parte del heladero. Cuando el señor Sonohara intenta subir al autobús con su hijo, el heladero le dice que a un adulto no se le permite montar en el autobús y, al llegar la primavera, el señor Sonohara acabaría por descubrir el oscuro secreto tras las prácticas del autobús de los helados.