En 1957, un grupo de dibujantes de Bruguera, formado por Josep Escobar, Guillermo Cifré, José Peñarrota, Carlos Conti y Eugenio Giner, decide fundar su propia editorial donde podrán conservar los derechos de sus obras y a sus personajes. Ante la marcha de estos dibujantes de Bruguera, otros dibujantes como Francisco Ibañez aprovecharían su ausencia para ocupar su puesto en Bruguera.

Los dibujantes de historietas de aquella época solo cobraban por las páginas dibujadas, pasando a ser propiedad de la editorial, pudiendo ésta volver a publicar sus historietas sin volver a pagarles a los dibujantes.

En el cómic se puede observar como funcionaba la Bruguera de finales de los 50. Rafael González es el jefe de publicación tiránico odiado por los dibujantes. Victor Mora intenta compaginar con poco éxito su puesto de redactor jefe con su trabajo como guionista de historietas. Manuel Vázquez intenta trabajar lo mínimo posible y escaquearse de pagar todo lo que pueda. Ibañez, recién llegado a la editorial, trabaja a destajo, entregando muchas más páginas que sus compañeros de oficio. Se ve como las historietas deben ser enviadas antes a censura para que sean aprobadas antes de poder ser publicadas.

Escobar, Cifré, Peñarrota, Conti y Giner junto con un inversor crean una editorial y una nueva revista de historietas, Tio Vivo, para hacerle la competencia a Pulgacito, publicada por Bruguera. Pero Bruguera se entera y hace todo lo posible usando sus contactos para que Tio Vivo fracase.